Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y Ayacucho
Está anunciado el fin del primer ciclo y el inicio del próximo, pero no se toma en cuenta que en la mayoría de las escuelas hay cursos que recién han comenzado en los primeros días de julio. Ni con horas extras es posible recuperar ese tiempo perdido, y las autoridades académicas, no se dan por enteradas.
Es importante señalar, que la función más importante de la universidad, es la académica. No es la administrativa, que es un complemento. Y cuando hablamos de lo académico estamos hablando del calendario que debe cumplirse desde su inicio hasta el final. Ya a estas alturas, el rectorado académico debería saber las necesidades de profesores para el próximo semestre, y no esperar el inicio de las clases para enterarse que no hay profesores.
La contratación o convocatoria a concurso de plazas docentes se hace con tiempo. Los directores de escuela saben que cursos se van a dictar y de acuerdo a los avances e informes de los profesores pueden calcular el número de estudiantes que van a estar en cada asignatura y en cada ciclo. Esto debe permitir, con tiempo, realizar las actividades administrativas que permitan que, iniciado el semestre académico, estén todas las plazas cubiertas.
Ya se ha vuelto costumbre en la universidad, que recién luego de dos semanas de iniciadas las clases se dan cuentan que faltan profesores, porque los alumnos comienzan a reclamar que no se está dictando una asignatura. Esperan que esto suceda para recién convocar a concurso, para contrato o nombramiento, proceso que dura por las trabas administrativas, entre un mes o mes y medio. Es decir, de los 4 meses que dura un ciclo, dos no se han dictado clases.
¿Y así queremos figurar entre las mejores universidades públicas del país? Es importante que las autoridades, y nos referimos a todas: desde el Rector y vicerrectores, los decanos, jefes de departamento y directores de escuela, actúen con responsabilidad considerando, que el fin superior de la universidad son los estudiantes y la buena formación profesional y académica que deben recibir.
La Universidad de Huamanga siempre ha sido una universidad con mucho prestigio, que parece que poco a poco lo está perdiendo. No basta con discursos inflamados de identidad cristobalina, sino de una verdadera identidad con la universidad. Y eso, significa, trabajar para superar todas las adversidades que se presentan y actuar con la debida prevención para que no suceda.