El trabajo de investigación del profesor Rómulo Loayza Aguilar y los biólogos Raúl Valencia y Gustavo Valencia, egresados de la Universidad Nacional del Santa (UNS), ha demostrado que la valva de la concha de abanico ayuda a reducir los niveles de contaminación de dióxido de carbono (CO2).
Este estudio, realizado en el 2021 mediante la alianza estratégica entre la UNS y las empresas Nemo Corporation y Acuapesca, fue presentado ante el concurso que, por sétima vez, organiza el Ministerio del Ambiente con la finalidad de buscar investigaciones y aportes para mitigar los efectos del cambio climático.
A través del Grupo Impulsor de Acción Climática de la Academia, dicha cartera ministerial dispuso que se formen dos categorías, Senior (universidades, estudiantes de posgrado y empresas) y Junior (estudiantes de pregrado), a fin de que aporten sus trabajos académicos y de investigación efectuados en los últimos cinco años en territorio peruano y que aporten a los ejes temáticos definidos.
El doctor Rómulo Loayza presentó su investigación denominada “Carbono inmovilizado en valvas de concha de abanico de cultivos industriales en Perú y mercado de carbono”, la cual fue evaluada con más de 220 propuestas. El grupo impulsor declaró finalista al docente santeño y la tarde del miércoles fue la presentación del “policy brief” (síntesis del estudio).
El trabajo fue elegido ganador por su interesante aporte a la reducción de los efectos del cambio climático ya que demostró que la valva de la concha de abanico absorbe el dióxido de carbono que se encuentra en el mar y que puede servir para un mercado de bonos de carbono.
“Las conchas de abanico secuestran (absorben) el CO2 que está en el agua, lo biomineraliza y lo inmoviliza por miles de años. Las valvas es una forma segura de sumidero de carbono (depósitos naturales). Recordemos que hay un problema para los empresarios acuicultores que es el desecho de las valvas, pues no hay botaderos oficiales; entonces con esto podemos generar un mercado siempre y cuando se implemente una ley”, explicó.
“Nuestro estudio demuestra que las valvas no deben ser consideradas un desperdicio, sino un biomaterial valioso que puede reutilizarse para obtener beneficios ambientales y económicos, es decir un recurso con valor agregado en el mercado voluntario de carbono. Si las empresas que cultivan conchas de abanico colocaran sus valvas en este mercado, tendrían certificaciones verdes y practicarían la economía circular. Además, como contienen carbonato de calcio, podrían usarlas para la preparación de ladrillos, cemento, refractarios y otros materiales para la construcción de pistas, edificios”, manifestó.
Fuente: UNS